¿Y si todo se limitara a nuestras manos a nuestra piel, valdría la pena vivir?
Pareciese ser que el destino no es mas que un nuevo nombre de la "Ley de los grandes números", donde hay un árbol de infinitos sucesos (finitos comunes a todo el mundo) y un gigante perfil de probabilidades donde hay ciertos patrones que parecen cumplirse, tales como "a cada hombre, cada mujer".
Pero de una forma u otra pareciese ser la voluntad la que determina nuestro actuar y el destino no pone a prueba las acciones en si, sino simplemente entrega posibilidades a la hora del hacer. "Dios propone y uno dispone" dirían los creyentes. Quizás no se equivocan.
Por mi parte, soy un convencido que esta libertad tan cuestionada cuando hablamos del destino se remite a como nos hacemos cargo de las cosas que efectivamente van sucediendo, que pueden o no ser obra mística de éste.
Vale la pena creer en el destino. Es la cuota necesaria de misticisimo que nos mantiene vivos y nos recuerda que no todo se acaba acá, que nos acerca un poco mas al infinito.
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